'Noche de paz' es el retorno del mejor John Woo con una película de acción callejera y venganza tan sangrienta como silenciosa

'Noche de paz' es el retorno del mejor John Woo con una película de acción callejera y venganza tan sangrienta como silenciosa

Joel Kinnaman carga sobre sus espaldas una película de disparos, sangre y violencia con la que acabarás gritando un "¡Woo!" de emoción

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Silent Night

Ah, la Navidad. Regalos, villancicos, los Reyes Magos trayendo un coche de juguetes, 'La gran familia' y 'Qué bello es vivir' en algún canal de televisión, una nueva entrega de la hoguera de Netflix y, por supuesto, una película que quiere romper con todo y ofrecer la hiperviolencia que nos merecemos para desfogarnos en unos días como estos. ¿Un villancico sonando mientras en pantalla vemos disparos, sangre, piernas rotas y laceraciones variadas? Nada dice más "Diciembre"... sobre todo si detrás de la cámara está un maestro como John Woo.

A John Woo, gracias por todo

Ha tardado veinte años en volver a Hollywood desde el fiasco de 'Paycheck', pero lo ha hecho por todo lo alto: 'Noche de paz' es el John Woo de siempre, pero refinado en su estilo como nunca. No hay palomas, pero sí planos imposibles, violencia desatada, planos secuencia increíbles y muchísima inteligencia tras la planificación de una película que comienza a media res y después, de la forma más inteligente y estilizada posible, perfila su narrativa para completar un puzzle casi sin diálogos.

Por mucho que quieran vender 'Noche de paz' como una película muda, no lo es. Eso sí, como si lo fuera, porque realmente ninguno de los diálogos hablados tiene la más mínima importancia. Pero, a diferencia de otras películas silentes recientes (como 'Baby', de Juanma Bajo Ulloa), Woo toma la decisión consciente de no impostar la falta de comunicación y, en su lugar, mostrarla de forma orgánica en el cuerpo de un hombre con las cuerdas vocales destruidas y una mujer que no puede soportar la situación hasta el punto en el que acaba comunicándose con él por WhatsApp ante su deterioro mental.

Noche De Paz

El silencio tiene sentido y hace que el drama funcione, ayudando a la comprensión del protagonista. En ningún momento se siente como un simple gimmick o un ejercicio estilístico vacío para que comprobemos la pericia de su director: es un elemento más de la historia, pero al no centrarse en él como excusa para armar una trama inexistente, puede fijarse en otros aspectos no tan habituales de las típicas películas de venganza. Woo utiliza el silencio como contrapunto al pasado de la pareja, del que solo tenemos un pequeño guiño, y como manera de ejemplificar la bajada a los infiernos de un dios vengativo sin arrepentimiento ni salvación posibles y que no está dispuesto a pasar página.

Gritando en silencio

Pero no nos engañemos: 'Noche de paz' es, en primera y última instancia, desde su mero nacimiento, una película de acción con alma cafre pero estilo visual refinado. De las de disparos a mansalva -estilizados, eso sí-, patadas, muertes constantes, amistades forjadas por sorpresa, cuchillos y villanos que quieres ver muertos. No hay tiempo para sutilezas, tramas secundarias ni nimiedades: John Woo ha decidido ir al grano, y se agradece. Si el "sota, caballo y rey" es tan potente, imaginativo y divertido como este, podemos dejar aparte el resto de la baraja para otro momento.

Silent Night Joel Kinnaman 0

Es cierto que, una vez planteada la situación del todo (con un fascinante uso de la paleta de colores y la fotografía) y hasta que llega el momento de la venganza, la cinta se pierde un poco en el entrenamiento constante, donde no logra dar en el clavo del todo. Acostumbrados como estamos a las secuencias que muestran la evolución acompañadas de montaje musical en solo unos minutos, el lento y tortuoso viaje de Godlock hacia el día de su desquite definitivo permite al espectador desconectar. Y, en el fondo, no hay nada peor que pueda pasarnos en una cinta que pretende ir con el acelerador puesto desde el inicio.

Son pequeños detalles picajosos en cuanto al ritmo que no afean el resultado final: la película empieza en pleno clímax y finaliza redoblando tus expectativas. Ante esta explosión constante de acción, es necesario un pequeño valle narrativo para evitar que acabemos aturdidos con tanta información visual. 'Noche de paz' no te va a sorprender con giros inesperados y con sorpresas en el desarrollo de su trama y personajes, pero sí va a contar la misma historia de venganza que esperas pero narrada de la manera más despiadada y consistente posible, sin un rincón para sentimentalismos ni lágrimas. No engaña a nadie, desde luego.

Peleas de otro siglo

Estamos acostumbrados, de un tiempo a esta parte, a las peleas superheroicas -incuso en las películas de héroes mundanos- para mayores de 13 años. Los saltos de veinte metros, los rayos de poder, los escudos formados por ondas de radiación, las casi cómicas batallas en las que apenas se derrama un poco de sangre. Pero 'Noche de paz', si tuviera que compararse con un superhéroe, sería con el 'Daredevil' de Netflix. Cada puñetazo, cada disparo, cada intento infructuoso de sigilo y cada persona que se cae por las escaleras duele. Y notas cómo el protagonista, que se ha entrenado para ser una máquina de matar, descubre que no está tan lejos de ser un simple títere que se lanza directo a morir. No es John Wick. Pero, desde luego, le gustaría serlo.

'Noche de paz' tiene en Joel Kinnaman su mejor baza, en un papel complejo en el que debe esconder -dentro de su constante y solo aparente seguridad y seriedad- la pérdida de esperanzas, la desesperación de las últimas oportunidades, el dolor insondable, las ganas de hacer el trabajo que nadie está dispuesto a hacer. Kinnaman borda su mejor papel llenando la pantalla prácticamente en cada plano de la cinta, que puede ser confundida fácilmente con "una más" pero tiene un savoir faire incomparable, haciendo que dos realidades, aparentemente en conflicto, confluyan al mismo tiempo: has visto mil películas como esta... pero nunca has visto una película como esta.

'Noche de paz' es el regreso triunfal de John Woo a Hollywood demostrando que nunca debió haberse ido y que es capaz de insuflar nuevos aires en el género de los vengadores callejeros al estilo 'John Wick' o 'Nadie'. Y lo hace gracias a un estilo incomparable y una narrativa magnífica en la que el uso constante del silencio es solo una de sus bazas ganadoras y diferenciadoras. Realmente son la fotografía, el movimiento constante de la cámara, los planos imposibles y la violencia ilógica los que marcan el ritmo in crescendo de una película para amantes de la acción que no pretende ser algo más de forma innecesaria. Y hay que disfrutarla como un buen gourmet de la patada en la cabeza: últimamente no vemos tanto cine de acción honesto como nos gustaría.

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